Se trata de la receta más popular de la cocina española, en dura disputa con la paella valenciana y el gazpacho y aún así no está exenta de polémica : los hay que no la conciben sin cebolla por la dulzura que esta hortaliza aporta mientras que otros la prefieren perfecta en la sencillez de sus dos ingredientes básicos : la patata y el huevo.
INGREDIENTES (4 personas) :
1 Kg de patatas
5 huevos grandes
Sal
Aceite virgen extra de oliva
Opcional :
1 cebolla morada (dulce) grande
Pelamos las patatas y las cortamos en dos mitades y cada mitad en trozos no demasiado grandes (pequeños cubos de medio centímetro de lado).
También es posible cortarlas en rodajas que deben tener apenas 5 milímetros de grosor, aunque os será más difícil moverlas en la sartén.
Llenamos una sartén anit adherente con medio dedo de aceite virgen extra de oliva y calentamos a fuego fuerte. Cuando está bien caliente, casi a punto de humear, vertemos las patatas y si os gusta de esa manera, la cebolla cortada en juliana.
Dejamos hacer, removiendo continuamente, durante unos 5 minutos. Reducimos entonces el fuego y cubrimos la sartén con una tapadera. De esta manera la patata no solo se freirá, si no que se cocerá a la vez.
Vamos rectificando de sal de vez en cuando, sin dejar de remover. Si levantáis la tapa intentad que el agua que se condensa bajo ella caiga de nuevo sobre las patatas.
Habrá algunos trozos de papa que se dorarán y otro no, da igual. Lo importante es que todos los trozos queden blandos.
Una vez las patatas se han ablandando - dependiendo de la dureza puede tardar de 15 a 30 minutos - retiramos del fuego y reservamos.
En un bol cascamos los huevos y los batimos. Incorporamos a este bol las patatas - y la cebolla, si así lo hemos querido - y removemos para que se impregnen bien.
Colocamos de nuevo la sartén en el fuego y vertemos la mezcla de huevos y patatas. Se distribuye bien por toda la sartén. Con el calor el huevo empezará a cuajar. Movemos la sartén para que no se pegue y cuando ya ha cuajado bastante, colocamos un plato sobre la sartén para dar la vuelta a la tortilla y que se haga por el otro lado. Podemos repetir esta operación varias veces si queremos.
La tortilla debe quedar dorada por el exterior, ligeramente tostada en algunas zonas, mientras que será suave y esponjosa por el centro pero no húmeda.
Toda una delicia para el paladar.