Los gougères son unos pequeños pasteles salados que se confeccionan de una manera muy similar a los profiteroles o lyonessas (esto es, como si fueran un roux). Son típicas de la región francesa de Borgoña y su gracia reside en el queso que emplean, que ha de ser de calidad y a ser posible de tipo Gruyere o Comte (si no tenéis ninguno de ellos, puede servir el Emmental o incluso el Manchego semi).
Respecto al tamaño hay disparidad de opiniones. Algunos dicen que se deben poder comer de un bocado mientras que otros les dan el tamaño de un pequeño panecillo. En teoría no se puede emplear levadura si no que es el batir de la masa el que debe dotar a la masa del aire necesario para que se infle y forme los panecillos abombados. El problema es que si no hemos batido lo suficiente al hornearlos quedan planos y sin gracia, así que para esta receta hemos puesto un poco de levadura química que nos va a dar una pequeña ayuda para "inflarlos".
INGREDIENTES :
- Un cuarto de litro de agua embotellada o filtrada (250 ml)
- 150 gramos de harina blanca (repostería o fuerza, no es critico)
- 125 gramos de queso Gruyeres, Comte, Emmental, Manchego semi... rallado.
- 100 gramos de mantequilla (puede ser con sal, pero a veces es demasiado salada, así que mejor sin sal)
- 4 huevos grandes (L ó XL)
- 1 cucharadita de levadura química (tipo Royal)
- 1 pellizco de sal (si no empleáis mantequilla con sal, en caso contrario no añadáis este ingrediente)
En una cazuela a fuego medio-bajo vertemos el agua y la mantequilla cortada en trozos (y el pellizco de sal si es mantequilla sin sal) y removemos hasta que la mantequilla se funde del todo. El agua no debe hervir, así que cuidado con el fuego.
Mezclamos la harina y la levadura para a continuación añadirlas al agua con mantequilla tras tamizarlas para que no hagan grumos (hacedlo poco a poco). Removemos con una cuchara de madera hasta que todo se integra bien y la masa se desprende de las paredes de la cazuela.
Es el momento de añadir el queso
Preparación:
Precaliente el horno a 180 grados.
Toma una sartén.
Vierte el agua en la sartén con la mantequilla cortada en trozos y la pizca de sal.
Poner a fuego lento.
Mientras la mantequilla se derrite, combine la harina y el polvo de hornear en un tazón.
Cuando la mantequilla se derrita (tenga cuidado de no hervir la mezcla), apague el fuego y vierta toda la mezcla de harina y levadura en la sartén. Mezcle vigorosamente con una cuchara de madera hasta obtener una pasta homogénea que se despegue de los lados de la sartén.
Es el momento de añadir el queso rallado (o hecho en trozos pequeños). Añadid solo 100 gramos ya que el resto lo utilizaremos para poner por encima. Lo integramos en la masa.
Una vez está bien integrado, vamos añadiendo los huevos uno a uno. Cascamos uno en la misma cazuela y añadimos, mezclando bien hasta que desaparece. Una vez ya queda bien mezclado, añadimos el siguiente y así hasta que nos queda una masa ni muy líquida ni muy sólida.
Podemos meter la masa en una manga pastelera de boquilla ancha y hacer pequeños gougères sobre el papel para hornear o bien podemos usar un par de cucharas para hacer pasteles un poco más grandes, al gusto. Cuando los hemos depositado sobre el papel vertemos el resto del queso rallado por encima. Esto es opcional y no siempre se hace, va al gusto.
Precalentamos el horno a 180 grados y con 20 minutos debería se más que suficiente (vigilad que queden bien dorados).
Seguro que repetiréis si sois amante del queso.