Este pastel es muy popular en Alemania, sobretodo en el sur, aunque se suele adquirir en confiterías antes que hacerlo en el hogar porque se considera demasiado complejo. Si vas invitado a comer a un hogar de Baviera o de la parte alemana de Suiza, lleva un Donauwelle y quedarás como el perfecto invitado.
La receta que sigue es una simplificación que permite confeccionarlo en casa con relativa facilidad.
El nombre "Donauwelle" significa Ola del Danubio y hace referencia al efecto ondulado que causan las cerezas cuando al hornearse se hunden al fondo del pastel 'arrastrando' la capa de bizcocho chocoloteado, colocado en la parte superior, creando de esta manera el efecto de olas del Danubio.
El Donauwelle también se conoce como "Blancanieves" porque los colores del mismo, rojo, blanco y negro, lo eran también del personaje descrito por los hermanos Grimm. Lo encontraréis escrito como "Schneewittchen Kuchen", literalmente Pastel (Kuchen) de Blancanieves. Que, por cierto, por muy extraño que parezca, la tal Blancanieves existió (no se llamaba así, si no Sofía) y hasta es posible visitar en un castillo de Hessen (estado donde se encuentra la ciudad de Frankfurt) el famoso Espejo Mágico que perteneció de verdad a la susodicha, un personaje real del siglo XVIII.
Para hacer el pastel hay que tener claros los pasos.
En primer lugar se trata de hacer una masa de bizcocho la mitad de la cual colocamos en el fondo de una bandeja que pueda ir al horno, habitualmente de forma rectangular (aunque puede ser circular si se quiere).
La otra mitad de la masa la mezclamos con cacao en polvo para que tome un color oscuro. Con cuidado la extendemos sobre la anterior, evitando que se mezcle. Es el momento de ir colocando, con suavidad, sin que penetren, las guindas sobre la capa de bizcocho de chocolate.
Seguidamente hacemos una crema de vainilla para lo cual empleamos un sobre de preparado para hacer natillas. Es como lo hacen en Alemania y se ahorra muchísimo tiempo. Con esta crema cubrimos las cerezas y ya solo queda colocar arriba del todo una capa de chocolate. Y listo. Como veis es sencillo. Ahora, el detalle.
INGREDIENTES :
Para las capas de bizcocho
- 350 gramos de harina
- 175 gramos de azúcar
- 175 gramos de aceite de girasol o maíz
- 175 gramos de leche*
- 3 huevos
- 3 cucharaditas de levadura química
- 2 cucharadas de cacao en polvo
- 100 gramos de guindas en almíbar
* Si queréis hacer pasteles donauwelle de otro tamaño pensad que siempre la relación entre azúcar, leche y aceite, en peso, es 1:1 mientras que la harina es la suma de los ingredientes húmedos (leche y aceite). Así un pastel de mayor tamaño podría estar hecho con 1000 gramos de harina, 500 de aceite, 500 de leche y 500 de azúcar.
Para la crema de vainilla
- 1 sobre de preparado para hacer natillas*
- 400 ml de leche
- 250 gramos de mantequilla sin sal
- 2 cucharadas de azúcar
* Los preparados suelen indicar 1 sobre para medio litro de leche. Como debe quedar espesa, conviene hacer algo menos de cantidad.
Para la cobertura de chocolate
- 200 gramos de chocolate negro, mínimo 70%
- 2 cucharadas de Nutella
- 1 cucharada de aceite de girasol o maíz
Hay que disponer de una bandeja que pueda ir al horno de unos 30 x 40 cm. También se puede emplear un molde de unos 30 cm de diámetro que tenga la base desmontable (lo cual facilita bastante la tarea del desmoldado).
Si se emplea una bandeja rectangular el primer paso es engrasarla con mantequilla y colocar un papel de hornear que quede bien pegado. Reservamos.
A continuación debemos preparar las natillas tal y como indique el fabricante con la cantidad de leche que hemos especificado en la receta. Generalmente se debe mezclar el preparado con un poco de leche y llevar el resto a ebullición, momento en que se añade la pre-mezcla y tras unos minutos, sin dejar de remover, se da por finalizada. Se deja enfriar completamente - jamás en el frigorífico - cubriéndola con un papel film para que no se formen burbujas. Reservamos.
Vamos a hacer la masa de bizcocho.
Batimos los huevos con el azúcar hasta que haga espuma y luego añadimos poco a poco el aceite. Finalmente añadimos la harina tamizada que habremos mezclado previamente con la levadura química.
Dividimos la masa en dos mitades. Una de ella la extenderemos por el fondo del molde, dejándola bien lisa con la espátula. La segunda la mezclaremos con las dos cuchardas de cacao en polvo, procediendo a extenderla sobre la anterior capa de bizcocho procurando que no se mezclen.
Ahora distribuimos las cerezas en almíbar, que previamente habremos escurrido, sobre la masa de bizcocho de chocolate, hundiéndo cada fruta muy poco simplemente para que no se muevan. Hay que dejar una cierta distancia entre ellas e intentar que queden al menos a un par de dedos de distancia de los bordes.
Precalentamos el horno a 180 grados y horneamos el bizcocho durante unos 30 minutos, hasta que es bizcocho está visiblemente hecho. Veréis al extraerlo que las cerezas se han hundido, formando las famosas "olas" que dan nombre al pastel.
Ahora vamos a hacer la crema de vainilla. Para ello habremos ablandado la mantequilla unos segundos en el microondas a temperatura de descongelación - baja potencia - hasta que quede pomada (no líquida).
Batimos la mantequilla y cucharada a cucharada la vamos mezclando con las natillas que habíamos hecho al principio. A continuación la extendemos sobre el bizcocho.
Seguidamente fundimos el chocolate al baño maría y le agregamos la nutella y el aceite, removiendo bien. Extendemos el chocolate sobre la crema de vainilla, alisando con una espátula de silicona, si tenéis. Se deja reposar en el frigorífico al menos unas 4 horas y luego ya se puede desmoldar.
Uno de esos pasteles que dejan a los comensales alucinados.
El Danubio nace en la Selva Negra y discurre por el sur de Alemania a lo largo de casi 1000 km hasta adentrarse en Austria. A pesar de tan prolongado recorrido, es en este último país donde parece que el río alcanza su mayor fama. Todo el mundo sabe que por Viena pasa el Danubio, algunos que también lo hace por Budapest y pocos que discurre por Ulm, lugar de nacimiento de Eintein, o Belgrado, por citar otra capital. Y eso que por Austria apenas tiene 350 km de su recorrido. Debe ser por el waltz que le dedicaron. O porque los austriacos saben vender muy bien su país, su cultura y sus tradiciones, algo que los alemanes no hacen tan bien.