Dulce típico de la Navidad, son además el recuerdo gastronómico que se lleva todo aquel que visita la preciosa ciudad de Ávila, al igual que ocurre con las Frutas de Aragón en Zaragoza o las ensaimadas en Mallorca.
Se trata de un almíbar al que se añaden yemas (así de simple y mágico) y para su confección no necesitan siquiera de horno.
INGREDIENTES (para obtener una docena):
• 150 gramos de azúcar blanco granulado (el normal)
• 9 yemas (podéis usar yemas pasteurizadas si es más cómodo)
• 75 ml de agua (casi medio vaso)
• 150 gramos de azúcar glass (impalpable)
• 1 limón
En primer lugar vamos a obtener un almíbar de hebra. Os recuerdo que el almíbar de hebra se obtiene con una densidad tal del azúcar que al separar la cuchara con la que removemos el almíbar se forma una hebra o hilo entre ésta y la superficie del almíbar que se mantiene bastante firme.
Para ello vertemos el agua en una cazuela a fuego muy bajo y añadimos el azúcar sin dejar de remover hasta conseguir que se disuelva y obtengamos el punto de hebra explicado anteriormente. Retiramos del fuego y reservamos. Si no queréis que cristalice - aunque es difícil que ocurra - añadid un par de gotas de zumo de limón.
Batimos las yemas.
Incorporamos la cazuela de nuevo al fuego mínimo posible y añadimos las yemas removiendo con una cuchara de madera o varillas de bambú hasta que empiecen a cuajar. Estarán cuajadas cuando el almíbar se separe de las paredes de la cazuela.
Dejamos enfriar a temperatura ambiente y luego llevamos al frigorífico. Cuando el almíbar esté frío utilizamos una cuchara de helado o una normal para hacer pequeñas bolas (son un poco mayor que unos bombones) que rodamos sobre el azúcar glass hasta que quedan bien blancas.
Luego colocamos sobre unos pequeños moldes de papel para presentarlas a la mesa.
Una de las mayores maravillas gastronómicas de nuestro país.