Hoy os voy a explicar cómo enfrentarse con un asado de carne o ave al horno, a los que seguramente tendréis frente a frente durante los próximos días.
Si
 por cualquier circunstancia vais a hornear carnes, conviene hacerse en 
primer lugar con un termómetro de cocina y evitar cualquier tipo de 
empirismo, si eso os pone nerviosos.
Los
 termómetros destinados a controlar el grado de cocción de la carne 
tienen el aspecto que he recogido en la fotografía inferior. Disponen de 
una sonda fija en la parte posterior que se clava en la pieza de carne, a
 ser posible hasta el centro de la misma. El termómetro se mantiene 
dentro del horno y puede ser prefijado para que emita una alarma o una 
señal distintiva cuando se alcanza la temperatura deseada. Como es 
lógico no funcionan con mercurio - extraodinariamente tóxico - si no que
 emplean un material metálico que se dilata y mueve la aguja indicadora 
acorde a la temperatura que mide. Existen otros termómetros con escala 
digital pero que yo sepa no se pueden mantener dentro del horno todo el 
rato. Sirven para medir de forma puntual la temperatura de líquidos o 
sólidos pero presentan el inconveniente de que abrir el horno implica la
 pérdida de calor y eso es fatal para realizar bizcochos, pan y otras 
recetas que necesiten la acción de levaduras.
  
El
 precio de uno de estos termómetros sencillos ronda los 30 euros y lo 
podéis amortizar rápidamente si preparáis con cierta regularidad carnes,
 aves y pescados al horno.
Es factible hornear carnes sin este artilugio pero entonces entramos en el terreno de "aprender de los errores". No es lo mismo un redondo de carne de ternera que otro de buey, y mucho menos "adivinar" cuándo las carnes están en su punto, medio crudas o muy hechas.
Pero
 vayamos por partes. Existen tres maneras de hornear carnes. La primera 
consiste en mantener la carne en el horno a la misma temperatura durante
 toda la cocción. La segunda se basa en iniciar la cocción a muy alta 
temperatura para luego disminuirla hasta el final de la realización. La 
tercera estriba en pasar por la plancha muy caliente la carne para dorar
 el exterior pero sin que se cocine el interior que se horneará con 
posterioridad a temperatura constante.
Las
 tres maneras tienen diversos efectos sobre la carne. El primer sistema 
realiza una cocción continuada y es adecuada para carnes tiernas como 
son el solomillo o la carne de cerdo, así como para cocinar algunas 
aves. Subir la temperatura para luego bajarla es útil para carnes duras 
como el buey o cuando se pretende obtener una superficie dorada y 
crujiente que encierre los jugos de la carne en el interior (es el modo 
de hacer con el pollo a l'ast, por ejemplo). El último método es una 
forma "acelerada" de sellar el exterior que se suele emplear con cortes 
de carne no tan gruesos como el redondo (sería el adecuado para hacer un
 chuletón de buey con el corazón sangrante).
Mi
 sugerencia es siempre la misma : carne tierna o cortes finos, 
temperatura constante.  Carne gruesa con un deseable aspecto dorado y un
 centro jugoso, temperatura alta al principio y luego baja y constante. 
Cortes finos que pudieran verse afectados por un exceso de temperatura o
 presentar un aspecto "cocido" con temperatura constante se preparan de 
forma preferible pasándolos por la plancha y luego acabando el trabajo 
con cocción a temperatura constante.
Una
 vez elegido el tipo de horneado debemos calcular el tiempo de cocción 
para el resultado (poco hecho, hecho o muy hecho) que deseemos. Esto es 
más complicado de lo que parece. El tiempo necesario va a depender del 
tamaño de la pieza, su peso, si contiene o no hueso, la edad del animal,
 la cantidad de grasa etc. Si estáis siguiendo una receta estos datos os
 los deberán indicar en la misma. Como no suele ser habitual que se 
proporcionen "medidas" del corte de carne lo más sencillo es siempre 
utilizar un termómetro como el mostrado anteriormente. Lo claváis en el 
corazón de la pieza y cuando se alcance la temperatura de la tabla 
inferior la carne tendrá el acabado que deseamos.
                                   Poco hecha           Hecha           Muy hecha
Carne de Ternera          55 grados           68 grados      72 grados (o superior)
Cordero                         65 grados          70 grados       74 grados (o superior)
Cerdo                                                                                65 grados
Pollo                                                                                 80 grados
Pavo                                                                                  80 grados
En las carnes de pavo, pollo y cerdo no tiene mucho sentido hablar de carne poco hecha o hecha por la naturaleza de las mismas.
Antes
 de hornear la carne debemos prepararla. Por un lado debemos mantenerla a
 temperatura ambiente al menos un par de horas antes de cocinarla. Esto 
es importante para asegurar que sea tierna. También es importante 
salpimentarla de forma adecuada. Se debe utilizar sal gruesa - tipo 
Maldon - y cubrir con ella la carne durante un par de horas. La carne 
cogerá la sal que necesite, exactamente la que necesite, ni un gramo 
más. Durante la cocción es indispensable que la carne no quede seca y lo
 mejor es siempre remojarla con los propios jugos que desprenda.
Finalmente tras la cocción es necesario que la carne repose durante un cuarto de hora para que los jugos se reabsorban.
Supongo
 que no hace falta decirlo, pero está terminantemente prohibido pinchar o
 aplastar la carne ya que la pérdida de fluido influye muy negativamente
 en el resultado.

