La cultura del yogur en el Oriente Medio es tan extensa que se necesitarían muchos años para describirla en su totalidad. Raro es el pueblo de la zona que no emplea en yogur profusamente en centenares de recetas, abarcando entrantes, primeros y segundos platos así como bebidas. Curiosamente, a diferencia de lo que ha ocurrido en el Occidente, la utilización del yogur en postres es mucho menor, por no decir nula, y endulzarlo con azúcar sigue sonando al oriental poco menos que a herejía.
Emparentado con el ayran turco, el lassi pakistaní y otras bebidas realizadas a base de yogur y agua, el doogh (pronúnciese "dug") es propio de Irán. Pero ahí acaban las similitudes. Para preparar doogh necesitamos un yogur natural sin azúcar que deberemos batir para tornarlo cremoso (o nos ahorramos trabajo acudiendo directamente a un yogur tipo "griego"). Luego vamos añadiendo agua sin dejar de batir hasta conseguir una consistencia parecida a la de la leche espesa. Si se desea - y desde luego los persas casi siempre lo desean - se mezcla menta seca muy picada, sal (media cucharadita por litro de líquido) y algo de pimienta negra en polvo.
Y ahora viene el toque distintivo de esta bebida porque tenemos que carbonatarla de manera natural. Para ello dejaremos sin refrigerar la mezcla durante durante unos 2-3 días. Así conseguimos que las bacterias del yogur generen gas carbónico de la misma manera que la levadura esponja la miga del pan. Estas burbujas son muy finas, parecidas a las obtenidas de forma natural en diversos productos vinícolas. Lamentablemente muy a menudo se obvia este paso trascendental para simplemente mezclar yogur y agua carbonatada. No es lo mismo, de hecho ni siquera es doogh, aunque nos puede dar una idea general sobre cómo es la bebida "de verdad". Si haceis esta pequeña herejía por favor utilizad al menos un tipo de agua carbonatada de forma natural ya que las burbujas de las aguas carbonatadas artificialmente son demasiado grandes y rotundas.
Se sirve fría o muy fría.