Si estas Navidades queréis dejar a los comensales con la boca abierta con un mega-postre, la friesen torte es vuestra mejor aliada. La imagen que tiene es realmente impactante.
La friesen torte (pastel frisón) se compone de una base de masa quebrada (que no sube), una capa de mermelada de ciruelas cubierta de nata montada y una cubierta de hojaldre que se corta en triángulos marcando con precisión cada porción de tarta que corresponde al comensal. Esto, aparte de dar al pastel un aspecto muy curioso, tiene una explicación. Si cortáramos el hojaldre con un cuchillo para hacer el reparto en primer lugar éste se desmigaría y en segundo lugar deformaríamos la capa de nata. Por otro lado, el reparto se hace muy equitativo.
Frisia es una región histórica del norte de Europa, repartida actualmente entre Holanda y Alemania. Se trata de un pueblo germano que ha conservado su nombre y su lengua, con bastantes dificultades, desde el tiempo de los romanos que ya los conocían. Este mismo pastel ha pasado a Dinamarca, país con el que el territorio frisio hace frontera, pero empleando mazapán en su confección.
Esta tarta es una de las más populares de Alemania porque es muy fácil de hacer si se compra la masa quebrada y la de hojaldre.
INGREDIENTES (6 personas) :
- 1 hoja de masa quebrada
- 1 hoja de masa hojaldre
- 400 ml de nata para montar (35-38% de materia grasa)
- 150 gramos de mermelada de ciruelas
- 1 cucharada de canela molida
- 150 gramos de azúcar glass
- 1 yema de huevo
En primer lugar descongelamos la hoja de masa quebrada y la de hojaldre en el frigorífico, nunca a temperatura ambiente, a menos que las hayáis comprado frescas con lo que se pueden usar nada más sacar del envase.
En primer lugar extendemos la hoja de masa quebrada y con la ayuda de un molde redondo de unos 26 cm de diámetro - puede ser un plato dado la vuelta - separamos un círculo. Lo horneamos según las indicaciones del fabricante. Retiramos y reservamos.
Hacemos los mismo con la masa de hojaldre pero además de cortar el cículo con el mismo molde marcamos con el cuchillo, sin acabar de cortar, 6 triángulos de igual medida como si fueran porciones de un quesito.
Horneamos el hojaldre de nuevo según las indicaciones del fabricante, pintando el lado superior con la yema de huevo para que quede dorada. Extraemos con cuidado y con aún más cuidado separamos los triángulos rompiendo por las líneas que habíamos marcado con anterioridad. Reservamos.
Colocamos el círculo de masa quebrada que hemos horneado sobre una bandeja o plato y la cubrimos con mermelada de ciruelas. Espolvoreamos con canela molida.
Montamos la nata con las varillas o cualquier máquina que dispongáis que pueda hacer la tarea. Deben quedar muy firmes, así que si la hacéis a mano será bastante duro. No sirve emplear nata a presión ya que es poco firme y al colocar encima el hojaldre se desmoronaría. Cuando tengáis la nata bastante firme se añade 100 gramos de azúcar glass y se acaba de montar, usando el mismo movimiento para mezclar el azúcar. Se puede usar un edulcorante en lugar de azúcar, incluso líquido como el ágave.
Una vez tenemos la nata bien firme, la colocamos sobre la capa de mermelada con la ayuda de una manga pastelera o bien simplemente con la ayuda de una cuchara.
Seguidamente colocamos los triángulos sobre la nata, tratando de reproducir el cículo completo de hojaldre que una vez fue, y hecho esto espolvoreamos con el resto de azúcar glass. Se suelen colocar inclinados para potenciar el aspecto extraño que tiene.
Se lleva a la mesa tal cual y se corta siguiendo el tamaño que hemos fijado en los triángulo.
También es habitual hacer pasteles de varias capas, es decir, una base que quebrada, mermelada, nata, de nuevo quebrada, otra vez mermelada, nata y finalmente hojaldre.
Más fácil no podía ser.