Vamos a cocinar un pollo de una forma más lenta de lo habitual para conseguir que se haga prácticamente con sus propios jugos. El resultado será un pollo suave, muy tierno, cuya carne se desprenderá del hueso con suma facilidad.
INGREDIENTES (4 personas) :
- Un pollo entero cortado en cuartos (como si lo fuéramos a hacer al ajillo) de 1.2 Kg por lo menos*
- 1 cabeza de ajos
- Un vaso de agua
- Aceite virgen extra de oliva
- Sal
- Pimienta negra molida
* Si por una cuestión de presentación queremos hacer un pollo entero, los tiempos de cocción se incrementarán.
En primer lugar lavamos el pollo y salpimentamos el exterior. Colocamos los trozos en una bandeja o fuente que pueda ir al horno. Ponemos una cabeza de ajos en la bandeja - no hace falta pelarla, si acaso desprender algo de la piel que la cubre - y vertemos el agua. Rociamos el pollo con un chorro de aceite de oliva.
Precalentamos el horno a 60 grados centígrados. Introducimos la bandeja y dejamos hacer durante 4 horas. Transcurrido el tiempo elevamos la temperatura a 250 grados y dejamos hacer 5 minutos, pasados los cuales damos la vuelta a los trozos de pollo y mantenemos otros 5 minutos para conseguir que se dore perfectamente por ambos lados. Si fuera necesario tenerlo más tiempo, no hay problema en hacerlo hasta que se dore aunque no se debería rebasar los 20 minutos por lado en ningún caso.
Si queremos hacer un pollo entero sin cortar, sería preciso realizar un horneado de entre 5 y 6 horas.
Ya digo : ni manteca, ni mantequilla, ni hierbas aromatizantes, ni rellenos, ni nada pero aún así será el pollo más sabroso que hayáis comido jamás.
Si lo servís en cualquier comida de estas fiestas os preguntarán si se trata de algún tipo de pollo especial, aunque sea el más barato del supermercado. No se lo podrán creer.