Lier es una pequeña ciudad del norte de Bélgica que no os sonará mucho aunque tenga bastante que ver con la historia de España. En dicha ciudad se desposaron Juana I de Castilla y Felipe el Hermoso que más tarde tendrían como hijo a Carlos I. De hecho tampoco os suena porque, a pesar de ser pintoresca y encantadora, ha quedado eclipsada por la cercana Amberes y otras ciudades de Flandes más turísticas, pero no más bellas.
Postal de Lier |
La palabra flamenco procede de "flaming" , la cual querría decir habitante de Flandes en idioma neerlandés. Flandes estaba constituida, al menos hasta 1830, por las actuales Paises Bajos y Bélgica. España mantuvo durante siglos un esfuerzo constante por sofocar las revueltas de los "flaming", con lo que el nombre, adaptado al español, pasó a convertirse en sinónimo de levantisco, rebelde o desobediente. Con el tiempo, el baile arrebatador y enérgico, pasó a llamarse igualmente flamenco por similitud de carácter aunque todas estas cosas son siempre objeto de discusión.
Hay dos cosas que separan a pueblos iguales, y son el idioma y la religión. Mientras que Flandes era uno, con un mismo idioma y una misma religión, compartiendo además un enemigo común (españoles primero, austriacos después) la cosa fue bastante bien. El primer problema se produjo cuando las provincias se dividieron en dos mitades. El norte se independizó mientras que el sur, más o menos la actual Bélgica, pasó a constituir el Flandes bajo dominio español y luego bajo dominio austriaco.
Con el paso del tiempo los flamencos del norte, con su propio dialecto y abrazando en su gran mayoría el protestantismo, se fueron diferenciando de sus compatriotas del sur, convirtiéndose además en hegemónicos. Esto no gustaba nada en el sur donde eran mayoritariamente católicos, hablaban francés y los que no lo hacían hablaban un dialecto neerlandés diferenciado de los del norte. Por eso, en 1830, estalló una revuelta y se separaron de los actuales Países Bajos constituyendo la actual Bélgica. Eso no solucionó el problema, porque cuando desaparecen los enemigos hay que buscar unos nuevos. Así que los belgas del norte, de habla flamenca, se distanciaron y mucho de los belgas del sur, de habla francesa (conocidos como valones, por la región que ocupan).
Ambas comunidades nunca han llegado a las manos pero viven de forma muy distanciada entre sí. Mientras que los flamencos ocupan el norte del país, los valones lo hacen al sur. No es un división tipo "gueto" pero por afinidad cultural prefieren agruparse de dicha manera. Como se consideran "diferentes", el estado belga se constituye como federal, de manera que cada cual vive acorde a sus leyes y aún así es difícil que se entiendan a la hora de elegir un gobierno que represente a ambas comunidades. Bélgica debe tener el récord de tiempo sin poder constituir gobierno tras una elecciones de toda Europa Occidental. Todo esto, recordemos, en un país de unos 30.000 km2, es decir, un poco mayor que la comunidad gallega.
Para acabar de liar la cosa la capital, Bruselas, es una ciudad actualmente mayoritariamente francófona enclavada en medio de territorio flamenco y que además es la capital de una Europa unida (risas irónicas). Lo de que Bruselas sea francófona - o peor, que se haya convertido en francófona - lo llevan mal los flamencos.
Así que, para resumir y no aclarar nada :
- Bélgica posee el nombre de una tribu gala, es decir, celta, que ya no existe. Ni lo hace desde hace miles de años. Seguramente los absorbieron los romanos y luego los germanos. Los belgas actuales tenderían a ser étnicamente germanos casi al 100%. Holanda tampoco es el nombre del país, que oficialmente se denomina desde 2020 Nederland o, traducido, Países Bajos. "Holanda" es el nombre de una región histórica pero que no engloba al todas las zonas del mismo, por lo que se optó por un nombre más global. Pero desde hace poco, como véis, en plena pandemia de coronavirus.
- Bélgica y Holanda constituían un único país que la religión y el idioma acabaron por separar en 1830.
- Los belgas se dividen al norte en flamencos y al sur en valones. No existe animadversión entre ellos pero los políticos azuzan las diferencias para obtener réditos políticos. El norte es más industrial y dinámico mientras que el sur es más rural y pobre. Eso es lo que dice la propaganda de los flamenco aunque, como toda propaganda, tiene matices.
Los franceses y los holandeses - paso de emplear el otro término, por muy globalizador que sea - no sienten gran aprecio por Bélgica a la que consideran una nación fallida. De hecho algunos de ellos abogan por anexionarse la mitad que "les corresponde" dado que ambas comunidades están tan bien diferenciadas en términos geográficos y culturales que más vale acabar con "eso" que seguir teniéndolo "ahí", entre Francia y Holanda. Lo que se dice llevar la línea fronteriza un poco más arriba o abajo, según desde dónde se mire. La verdad es que habiendo tratado durante años tanto con valones, como con flamencos, holandeses y franceses, no puedo decir que sus palabras desprendan siquiera cariño hacia los afines culturalmente. Franceses y holandeses guardan hacia sus primos valones y flamencos esa especie de humorada continua que los estadounidenses dirigen hacia los canadienses, que bueno, no daña pero supongo que al final jode un pelín.
Otros, más a nivel interno, prefieren la separación de ambas comunidades en paises independientes a pesar de que la Unión Europea ha dicho, por activa y por pasiva, que en caso de hacerlo deberían renegociar de nuevo su entrada en la misma.
Afortunadamente, fuera de los círculos políticos, los belgas son más que civilizados y no levantan fronteras, gracias a Dios no tienen grupos terroristas, ni se insultan entre ellos y tampoco tienen problemas en cambiar de idioma para hacerse entender por sus vecinos y compatriotas del sur o del norte. El por qué Bélgica no ha sabido equilibrar sus comunidades lingüísticas si la comparamos con Suiza es probablemente debido a que sus políticos no han estado jamás a la altura de su gente.
Valga todo este rollo para presentar las Liers Vlaaike, que como su nombre indica son dulces especiados muy típicos de la ciudad de Lier que habíamos visto al principio. Se trata de dulces individualizados que se realizan con un capa de pasta brisa que se rellena de un oscuro relleno de caramelo líquido (de ahí lo de oscuro), leche y una mezcla de especias que nadie sabe muy bien de qué se compone salvo quien guarda celosamente la receta y que nosotros, para la receta que sigue, hemos al menos tratado de adivinar. Son dulces muy famosos en toda Bélgica y, en efecto, también los encontraréis en la zona de los valones. Porque no hay nada que una más que la comida.
INGREDIENTES
Para la masa
- 200 gramos de harina de trigo blanca
- 100 gramos de mantequilla
- 50 ml (1/4 de vaso) de agua
- 1 pellizco de sal
Para el relleno
- 300 ml de leche entera
- 200 gramos de caramelo líquido*
- Unos 150 gramos de bizcochos, galletas o incluso migas de pan duro**
- Una cucharada de aromatizantes***
* Es el caramelo que empleamos para rellenar el fondo de las flaneras. Podéis hacerlo en casa, pero es más cómodo comprar una envase con el mismo preparado.
** Es un elemento para que empape el caramelo líquido. Se suele hacer con bizcocho duro o galletas, pero si no encontráis nada de eso con pan duro también funciona.
*** Como ya he dicho, ni idea de lo que lleva el auténtico y original, pero se parece bastante a una proporción igual de canela, jengibre, cardamomo y nuez moscada.
En primer lugar vamos a hacer la masa.
Mezclamos la harina con la mantequilla a temperatura ambiente, el pellizco de sal y el agua. Amasamos hasta que no se pegue en las manos para envolver en un film transparente dejando reposar en la nevera, parte de arriba, durante media hora.
En un bol trituramos los bizcochos, galletas o el pan hasta obtener 150 gramos. Los mezclamos con el caramelo líquido, las especias y la leche. Removemos bien y reservamos.
Extraemos la masa del frigorífico y la extendemos con el rodillo cortando unas docena de círculos de unos 10 cm de diámetro.
Colocamos estos círculos en un molde para hacer magdalenas grandes y presionamos para que se adapten a la forma del mismo. El sobrante lo cortamos y podemos hacer otra bola sumándolo al resto de sobrantes.
Vertemos sobre la masa una cantidad de la mezcla de caramelo líquido.
Precalentamos el horno a 180 grados y horneamos alrededor de 25 minutos.
Extraemos y desmoldamos, dejando enfríar antes de consumir.
Si os queréis ahorrar hacer la masa del envoltorio podéis comprar pasta brise / quebrada y el resultado será muy similar.