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Mielitos, Hojaldres de Astorga


La repostería española le debe mucho a la ciudad leonesa de Astorga la cual, durante mucho tiempo, fue adelantada en la fabricación de dulces y chocolates. 

Los Hojaldres de Astorga, también llamados "mielitos" (porque el almíbar que los baña se realiza al menos en parte con miel) son un buen ejemplo de dulce creado en una ciudad que se replica en toda España y del cual casi todos desconocen el origen. Los podéis encontrar en cualquier confitería o supermercado, fácilmente reconocibles por su forma cuadrada con un agujero en el centro y el baño de almíbar.

¿Y por qué no sabéis que son de Astorga? Porque proceden de un tiempo en que no se protegían las creaciones dulceras y nadie hacía esfuerzos en marketing y publicidad. No es un caso único. Los sucedáneos de Miguelitos de la Roda o del Ponche Segoviano se encuentran por todas partes, incluso industrializados, sin que nadie mencione el origen e incluso habiendo desvirtuado tanto la calidad del original que el público las considera productos de bollería industrializada, sin historia ni más valor que el paquete plástico que los contiene. Es una auténtica lástima.

Los hojaldres de Astorga son fáciles de realizar pero si os sirven de excusa para visitar Astorga (con su impresionante palacio episcopal diseñado por Gaudí) y ya de paso León y sus magníficos paisajes, no lo dudéis. Realmente merece la pena.

INGREDIENTES 

  • 2 placas de hojaldre
  • 1 huevo

Para el almíbar

  • 1 vaso de azúcar
  • 1 vaso de agua
  • 3 cucharadas de miel
  • 1 cucharadita de zumo de limón

Vamos en primer lugar a preparar el almíbar. En una cazuela honda vertemos dos cucharadas de azúcar y la cucharadita de zumo de limón. Ponemos a fuego lento hasta que espesa. Añadimos entonces el resto del azúcar y el vaso de agua. Llevamos a ebullición, añadimos la miel y bajamos el fuego para que espese ligeramente y sobretodo para que la miel deje su aroma. Reservamos y mantenemos tibia.

Separamos la yema de la clara del huevo. La yema la reservamos para pintar luego los hojaldres y que queden bien brillantes.

Colocamos una plancha de hojaldre sobre una superficie lisa.  Marcamos cuadrados de unos 5 cm de lado y los separamos, llevándolos a una bandeja del horno sobre la que se ha colocado un papel de hornear. Pintamos la superficie de estos cuadrados con la clara del huevo. Eso nos servirá como "pegamento" para la placa que irá encima.

Cortamos también cuadrados del mismo tamaño en la segunda placa, a los que además realizaremos un agujero con la ayuda de un molde circular. Los vamos colocando sobre los anteriores.

Pintamos las superficies con la yema del huevo y llevamos al horno precalentado a 180 grados hasta que se inflan y doran (mirad el prospecto del hojaldre y seguid las indicaciones del fabricante, pero no suele llevar más de 25 minutos).

Retiramos y dejamos enfría lo suficiente para poder cogerlos con la mano. 

Sumergimos cada pastelillo en el almíbar y dejamos que escurran y sequen sobre una rejilla. Cuando enfríen y el almíbar solidifique, listos para comer.

Son una auténtica delicia.