Ahora que ya eres grande y comprendes que la acelga aporta mucha fibra, ácido fólico y vitaminas tal vez te encuentres en la tesitura de ser progenitor y te asalta aquella duda existencial e inevitable que sucede cuando dejamos de cuestionar y oponernos a los mandatos de nuestros padres - sin haberlos asumidos en casi ningún momento - para traspasar los mismos clichés a nuestros hijos. Así que, ¿cómo hacerles comer acelgas si tú nunca las has comido y además debes dar ejemplo comiéndolas por primera vez sin que nadie te amenace? El pastel de acelgas, queso y huevos es la solución.
INGREDIENTES (4 personas, entre las cuales se incluye al progenitor que las odie)
Un manojo de acelgas grande
1 hoja de pasta quebrada (la que no sube) , la suficiente para hacer una tarta de unos 22 cm de diámetro (lo que es el tamaño habitual de un plato)
100 gramos de queso parmesano
400 gramos de requesón
4 huevos
Sal
Aceite virgen extra de oliva
En primer lugar cortados las hojas de acelga y las hervimos en muy poca agua con un pellizco de sal hasta que se ablanden. A continuación las escurrimos bien y las pochamos en una sartén grande con un chorro de aceite de oliva hasta que sueltan gran parte del agua.
Pasamos las hojas de acelga cocidas por el chino y las mezclamos con el parmesano. Quebramos los huevos y separamos con cuidado las yemas de las claras. Añadimos las claras a la mezcla y batimos bien con la ayuda de una batidora de varillas. Es el momento de incorporar el requesón y un pellizco de sal (cuidado porque el parmesano ya es bastante salado).
En un molde de aluminio o silicona de unos 22 cm de diámetro colocamos la pasta quebrada de manera que suba por los bordes. Si sobra algo lo recortamos. A continuación vertemos la mezcla en el centro hasta que alcance el borde. Hacemos cuatro agujeros en la masa y en ellos depositamos las yemas de los huevos. Las salamos ligeramente.
Metemos en el horno a 190 grados durante media hora o hasta que la pasta esté dorada y la masa se haya cuajado. Ya sólo por el aspecto que tiene da ganas de echarle el diente, olvidando por completo que uno de los ingredientes es la odiada acelga.