Poutine es una receta que procede del Canadá - concretamente de la zona de Quebec - que se engloba dentro del llamado fast-food. Creo además que es la primera receta canadiense que he publicado en este blog.
Por ser una comida que a menudo se sirve en puestos callejeros tiene fama de ser hipercalórica y poco saludable. No obstante esto es como todo, cuanta mayor sea la calidad de los ingredientes, menos perjudicial será. A priori la receta se compone solo de patatas, queso en grano (luego explico) y gravy (caldo de carne) y ninguno de estos ingredientes es sospechoso de ser letales excepto para los talibanes de la alimentación.
Por otro lado que sea hipercalórico no es desaconsejable en un país donde las temperaturas en invierno son heladoras. Cómete a la intemperie de Yellowknife una ensalada de lechuga y rábano y al día siguiente formarás parte de la estadística de decesos.
Parece ser que la palabra poutine se emplea en el francés de Quebec como adaptación de la palabra inglesa "pudding" pero otros alegan que posee un significado de "desorden" o "desastre".
En cualquier caso la receta aparece alrededor de los años cincuenta del siglo pasado y actualmente se sirve en todo el país e incluso ha traspasado fronteras, llegando a su poderoso vecino del sur.
Es muy sencillo de preparar. Consiste en patatas fritas que se cubren inmediatamente de queso en grano de manera que éste se funde con el calor y luego todo se cubre del gravy.
El queso en grano es exactamente lo que describe el nombre, queso muy poco curado que se vende en perlas o granos y posee una caducidad que no llega a las 24 horas. Generalmente se trata de queso cheddar y en España no se encuentra con tan bajo grado de maduración, así que deberemos utilizar un queso fundente que se venda en pequeños cubos, en nuestro caso, generalmente para usar en ensaladas.
INGREDIENTES (4 personas)
- 1 Kg de patatas para freír (puedes usar patatas russet o cualquier variedad que prefieras)
- Queso en trozos o en forma de queso en grano o cubos pequeños
- Salsa de carne (este es el gravy, que se puede hacer con caldo de res o pollo, harina, mantequilla y condimentos al gusto)
- Sal
- Aceite vegetal para freír
En primer lugar preparamos las patatas. Las pelamos y cortamos en tiras no demasiado finas. A medida que las cortamos las vamos depositando en un recipiente con agua fría para eliminar parte del almidón.
Una vez cortadas las incorporamos en una cazuela con agua hirviendo durante 2 minutos exactos. Luego las extraemos y escurrimos bien. Cuando se hayan puesto a temperatura ambiente las metemos en el congelador.
Mientras se enfrían en el congelador haremos la salsa.
En una sartén a fuego medio vertemos dos cucharadas de mantequilla. Cuando haya fundido, añadimos dos cucharadas colmadas de harina de trigo y la freímos en la grasa hasta que toma un tono marrón.
A continuación vamos añadiendo poco a poco caldo de carne sin dejar de remover para que no se formen grumos. Con medio litro debería ser suficiente.
Removemos bien hasta que la salsa espese, sazonando con sal y pimienta al gusto. Retiramos del fuego y reservamos sin dejar que se enfríe
En una sartén profunda o freídora con el aceite a 180 grados vertemos las patatas recién salidas del congelador (mucho cuidado con las salpicaduras). Dejamos hacer hasta que toman un color dorado, tras lo cual extraemos, dejamos escurrir el aceite sobrante y salpimentamos.
Ahora vamos a armar el plato.
Lo más rápido que podamos, emplatamos individualmente una ración de patatas, inmediatamente encima los taquitos de queso y seguidamente el caldo de carne.
Y eso es todo. Uno de esas recetas que cuando hace frío se agradece enormemente.