Si estáis buscando un postre vistoso para estas navidades que deje estupefactos a vuestros invitados, sin tener por ello que gastar mucho dinero, lo tenéis muy cerca. De hecho en Portugal. El pudim molotof es muy popular en nuestro país vecino - es el postre que no suele faltar en la carta de los restaurantes lusos - y se hace con solo dos ingredientes y un poco de horno. El coste no rebasa los 2 euros, tirando largo, pero el resultado es espectacular.
Se trata de un merengue gigante con mucho caramelo cuyo nombre no se sabe exactamente de dónde procede. Parecería que es una especie de homenaje a Molotov, el que fuera ministro de Asuntos Exteriores de la extinta URSS con Stalin, algo que resulta poco probable.
"Molotov" (martillo en ruso) fue el apellido que adoptó Viacheslav Mijáilovich Skryabin, secuaz de Stalin (otro pseudónimo, en este caso "acero"), durante el periodo de la dictadura genocida-comunista que va de 1939 a 1957. Este individuo fue partícipe de crímenes de guerra contra media Europa y contra su propio pueblo, así como fiel aliado de los vaivenes políticos de Stalin. Firmó con Hitler el llamado pacto Ribbentrop-Mólotov, un pacto de no agresión entre la Alemania Nazi y la URSS por la cual se repartían Polonia. Este pacto estaba todavía vigente cuando los alemanes invadieron Francia, y por ello el partido comunista francés, muy mediatizado por la URSS, no movilizó a sus bases. Sólo cuando Alemania invadió la URSS, los comunistas franceses se volvieron de repente "la resistence". Mólotov también apoyó la invasión de Finlandia. Los finlandeses recibieron los tanques soviéticos con botellas incendiarias a las que bautizaron de forma humorística como "cócteles mólotov", algo que parece ser hizo mucha gracia a Viacheslav hasta que los finlandes derrotaron a los rusos (entonces ya no se rió nunca más con la gracia). Los finlandeses fueron la primera nación que derrotó a los rusos, seguidos de los afghanos muchos años más tarde y esperemos que en un futuro breve los ucranianos sigan la estela.
Lo más probable es que el nombre del postre "mólotof" sea una deformación del nombre "Makaloff", que correspondería a un bastión ruso que fue tomado por los franceses durante la guerra de Crimea de 1853-56. En el siglo XIX era bastante corriente que las creaciones culinarias tomaran el nombre de algún hecho cultural o histórico relevante, incluso de personajes populares.
Para hacer este postre es necesario disponer de un molde metálico con un agujero en el centro para que el calor se difunda bien por el centro. Si no disponéis de este tipo de molde, se puede emplear uno igual (con agujero) de silicona. Es este último caso el proceso es ligeramente diferente. Estos moldes redondos con agujero se suelen denominar "moldes de budín" o "budineras", pero también como moldes para Rum Baba, Isla Flotante etc.
INGREDIENTES (4/6 personas):
- 300 gramos de azúcar blanca granulada (la normal)
- 6 claras de huevo*
- 1 limón
- Sal
- 1 cucharadita de esencia de vainilla (opcional)
* Lo mejor es comprar recipientes UHT con claras, así evitamos contaminaciones y resulta todo más sencillo. Si preferís extraer vosotros mismos las claras de los huevos, recordad que se trata de huevos L (los más grandes), por lo que sin son M (medianos) serán 7 claras de huevo.
En un molde para budín metálico agregamos 150 gramos de azúcar y dos cucharadas de agua. Colocamos sobre el fuego (a baja potencia) para caramelizar, añadiendo una cucharada de zumo de limón (así no cristalizará). Cuando esté líquido y empiece a tomar un color amarillento lo retiramos. No hace falta que el molde esté directamente sobre el fuego, podéis sujetarlo con una manopla de horno algo alejado del mismo.
En cualquier caso, si tenéis miedo que se estropee, podéis hacer el caramelo líquido en la sartén más fea y que menos estiméis del menaje. Luego traspasaréis parte al molde y parte al merengue, como luego os explicaré. En el caso de que el molde sea de silicona, se debe hacer el caramelo obligatoriamente en una sartén aparte.
Reservamos el caramelo.
A continuación precalentamos el horno a 180º C.
Ahora vamos a hacer el merengue.
Montamos las claras con la batidora eléctrica o con las varillas, dentro de un bol grande o muy grande. Para que las claras monten rápido vertemos literalmente 3 gotas de zumo de limón y un pellizco de sal.
La idea de "montar" es añadir aire, simplemente.
Mientras vamos montando añadimos poco a poco el resto del azúcar, mezclando bien para que se disuelva sin problemas y sin dejar de batir o el aire se perdería. Si se quiere se puede añadir un poco de esencia de vainilla.
Cuando el azúcar se ha disuelto, vamos añadiendo el caramelo poco a poco, de nuevo sin dejar de batir. Dejaremos el justo para bañar el molde.
El resultado debe ser que las claras han montado, están llenas de aire y de un color marronoso debido al caramelo. Si dieráis la vuelta al bol, estas en principio no deberían caer pero no hagáis la prueba porque el peso del azúcar y el caramelo es más que considerable y aunque no cayeran al principio, seguro que lo harían en unos segundos.
Colocamos la mezcla en el molde donde hiciste el caramelo o en la budinera bañada en caramelo por dentro, si hiciste el caramelo fuera de ella. Golpea el molde sobre la encimera para liberar las burbujas de aire.
Ahora vamos a llenar un recipiente plano (puede ser una bandeja de pyrex o similar) con agua caliente que habéis hervido antes. Dentro de esa bandeja debe de caber la budinera y al colocarla dentro, el agua debe alcanzar media altura, más o menos.
Introducimos en el horno al baño María (es decir, horneándose a través del calor del agua).
Cuando la parte superior esté dorada es señal de que el budín Molotof está listo. Suele tardar unos 15 minutos pero estad vigilantes porque cada horno es un mundo. Cuando vemos el color dorado, apagamos el horno y entreabrimos la puerta, sin sacar el pudin. Esto permitirá que cuaje mejor. Con 20-25 minutos será más que suficiente.
Retiramos del horno y dejamos enfriar completamente en el molde antes de desmoldar.
Se toma del tiempo o ligeramente frío. Ya veréis como vuestros invitados flipan cuando lo llevéis a la mesa. Además es un postre muy ligero que todos agradecerán después de la comida navideña.