Un dulce muy típico de Castilla-La Mancha que se consume en toda España y gran parte de Latinoamérica, sobretodo en Semana Santa. Corresponde a un tipo de dulces que heredamos de los romanos y que consisten en masas de harinas fritas y endulzadas con azúcar o, en su época, con miel (de ahí viene la expresión "miel sobre hojuelas"). Están presentes, con el mismo origen, desde Alemania pasando por Polonia hasta Grecia, Italia y desde luego España.
Aparte de la historia que aportan, además son muy fáciles de hacer.
INGREDIENTES :
- 250 gramos de harina de fuerza (preparar más cantidad por si acaso)
- 1 huevo
- 3 cucharadas de aceite de girasol (para la masa)
- 1 cucharada y media de anís, orujo o aguardiente
- Aceite de girasol para freír
- Azúcar para espolvorear por encima
En un bol mezclamos la harina con el huevo, las tres cucharada de aceite de girasol y el anís. Amasamos bien hasta obtener una masa homogénea. Si la masa se pega a nuestros dedos vamos añadiendo más harina hasta que deje de hacerlo. Hacedlo poco a poco y parad de añadir en el justo instante en que la masa no enganche.
Amasad unos 10 minutos - cuanto más la trabajemos mejor quedarán las hojuelas - y luego con un rodillo extendéis la masa sobre una superficie plana. Cuanto más fina quede, mejor. Cortáis con un molde que puede ser de cualquier tipo. Un vaso de los que que se emplean para beber agua vuelto del revés puede servir, pero igual sirve un molde para hacer galletas o simplemente emplear el cuchillo para marcar rectángulos o cuadrados. La forma que se de a la hojuela es lo de menos.
En una sartén honda vertéis una buena cantidad de aceite - debe hacer al menos 1 centímetro de profundidad - y cuando esté bien caliente incorporáis las hojuelas una a una evitando que se toquen. Deben freír burbujeando con fuerza. Cuando están doradas las sacáis y depositáis sobre un papel absorbente para eliminar el aceite sobrante.
Se espolvorean con azúcar o si se quiere con miel. Se pueden comer calientes pero no hay problema en comerlas del tiempo.