Pastel de Patatas de Limosín


El Limosín es una provincia o región histórica francesa que desapareció con la Revolución Francesa para luego renacer en el siglo XX y finalmente quedar integrada en otra macrorregión después de la reforma territorial impulsada por François Hollande.  

Es España no estamos muy acostumbrados a los cambios regionales y mucho menos a las fusiones o redifiniciones de límites regionales al estilo de lo que está ocurriendo en Extremadura entre Don Benito y Villanueva de la Serena, pero en Europa es una constante. No se cambian las regiones por capricho o por fastidiar a los habitantes de la misma, las razones son más prosaicas. 

En Alemania, tras la Segunda Guerra Mundial, se fusionaron regiones históricas por razones de facilitar la división territorial federal de manera que hay estados cuyo nombre se compone con las denominaciones de los antiguos reinos o provincias, como Renania-Westfalia o Renania-Palatinado, entre otros. Eso si hay suerte. Suabia, una región histórica con un dialecto particular y muy activa en el pasado (los suevos o suabos fundaron un reino en Galicia al final del Imperio Romano) está repartida entre Baden-Wurtemberg y Baviera, siendo que la mayor parte de la misma se encuentra en Baden pero la capital "histórica", Augsburgo, está en Baviera. En otros casos las denominaciones son hasta humorísticas : en el estado federal de Sajonia no vive - a no ser por accidente - ni ha vivido jamás ni un solo Sajón, más propios del noroeste del país.

En Francia la razón de las diversas restructuraciones es la misma que en Alemania : facilitar, simplificar y ahorrar en estructuras de gobierno. En España sería imposible hacer algo así. Sugerir siquiera que Gerona, Lérida, Huesca y Navarra formaran la región de "Pirineos" haría aflorar sentimientos ultranacionalistas aunque la reforma fuera positiva para vertebrar y hacer más eficaz el funcionamiento de la nueva región. Es una herencia de los Reinos de Taifas, imagino.

Limosín se encuentra en el centro sur de Francia, en una región eminentemente agrícola con gran agitación social desde la Edad Media. Para situaron un poco, es la zona con más levantamientos contra el poder establecido y donde nació el sindicato CGT. Aparte de eso, dio nombre también a un tipo de vehículo largo considerado de lujo. No se sabe muy bien como pasó a bautizarse con el nombre de una región francesa las limusinas. Según algunas versiones se debía a un tipo de indumentaria con capucha que llevaban los campesinos de la zona y que en el resto de Francia llamaban "limusina".  Otra versión indica que era el nombre que se daba al pequeño techado que protegía al conductor de carruajes de la lluvia.

El pastel de patatas de Limosín se puede emplear como plato principal o como acompañante de otras recetas, generalmente de carne. Consiste de patatas cortadas en rodajas, embebidas en una salsa de nata y encerradas en una masa quebrada (la que no sube). En algunas recetas se hace una variación que consiste en hacer una capa intermedia de carne con lo que se convertiría en un plato principal. En este caso se suele servir con un poco de ensalada.

INGREDIENTES

  • 2 hojas de masa quebrada (tapa y base)
  • 5 patatas
  • 1 vaso (200 ml) de nata para cocinar o montar (18% MG ó 35% MG)
  • 2 dientes de ajo
  • Perejil picado
  • Sal
  • Pimienta negra molida
  • 1 yema de huevo para pintar la masa

La forma tradicional de cocinar este pastel consiste en colocar la patata cruda dentro de una masa, como si fuera una empanada y luego, una vez hechas, se retira la tapa superior para verter una salsa de nata. Esto se hace para evitar que la nata se corte con la temperatura. Para evitarlo lo que vamos a hacer es cocer previamente las patatas y luego el horneado será un mero trámite para hacer el envoltorio. Así la salsa impregnará bien las patatas.

Pelamos las patatas y las cortamos en rodajas, hirviéndolas en agua al ras hasta que están blandas pero aún firmes. Dejamos escurrir y reservamos.

Retiramos el germen verde a los dos dientes de ajo y los añadimos a la nata, juntamente con dos cucharadas de perejil picado. Reservamos.

En una fuente que pueda ir al horno (redonda o cuadrada, es indiferente) colocamos en la base la pasta quebrada, dándole la forma de recipiente.

En el interior vertemos una primera capa de patatas, las salpimentamos, y unas cucharadas de la salsa.

De nuevo otra capa de patatas, salpimentar y nata, así hasta que agotemos el relleno.

Colocamos encima la otra hoja de masa quebrada y cerramos los bordes. Pinchamos con un tenedor para que el vapor del interior salga.

Pintamos el exterior con la yema de huevo para que quede brillante.

Precalentamos el horno a 200 grados y mantenemos hasta que el pastel se muestra dorado y crujiente.

Se sirve muy caliente y es el mejor acompañante de cualquier plato de carne o pescado.

Si lo queréis hacer con carne basta con comprar carne picada, cocinarla y hacer con ella una capa intermedia entre las patatas.