2 calabacines medianos
1 zanahoria grande
1 cebolla morada grande (o fresca)
1 patata grande
1 vaso de nata para cocinar (con 18% de MG)
Sal
Pimienta negra
2 litros de agua embotellada o filtrada
En primer lugar cortamos las puntas de los calabacines y sin quitar la piel verde los cortamos en 2 ó 3 trozos para luego incorporarlos en una olla con 2 litros de agua. La piel contiene muchos nutrientes y es importante conservarla. Eso sí, los tenéis que limpiar bien, frotando si hace falta.
Pelamos la zanahoria y también las cortamos en trozos grandes, al igual que la cebolla y la patata, incorporándolas a la cazuela.
Llevamos a ebullición y luego reducimos cubriendo con la tapa. En media hora las verduras estarán blandas (comprobadlo antes de continuar con el siguiente paso).
Pasamos las verduras con el brazo hasta que quede una crema muy fina. Añadimos entonces sal y pimienta al gusto. Es importante que el caldo resultante tenga buen gusto, si no la crema no quedará bien.
A continuación añadimos la nata, removiendo bien, y calentamos de nuevo al fuego pero sin que hierva ya que la nata se podría cortar. Al primer signo de hervor retiramos.
Se salpimienta antes de servir si ha quedado demasiado dulce. Si no tenéis nata no pasa nada, se puede usar leche entera.
Se sirve bien caliente con queso rallado por encima.
Pasamos las verduras con el brazo hasta que quede una crema muy fina. Añadimos entonces sal y pimienta al gusto. Es importante que el caldo resultante tenga buen gusto, si no la crema no quedará bien.
A continuación añadimos la nata, removiendo bien, y calentamos de nuevo al fuego pero sin que hierva ya que la nata se podría cortar. Al primer signo de hervor retiramos.
Se salpimienta antes de servir si ha quedado demasiado dulce. Si no tenéis nata no pasa nada, se puede usar leche entera.
Se sirve bien caliente con queso rallado por encima.