Una receta castellana que se puede encontrar fácilmente en la práctica totalidad del territorio español. Una de las preparaciones más sencillas de nuestra gastronomía, basada en el aprovechamiento del pan, pero contundente, sabrosa y nutritiva.
INGREDIENTES (4 personas) :
200 gramos de pan rústico duro (del día anterior como mínimo)
4 dientes de ajo
1 cucharadita de pimentón dulce o picante (al gusto)
Sal
Aceite virgen extra de oliva
1 litro de agua embotellada o filtrada, de calidad
1 huevo (opcional) o 4 (para servir un huevo para cada comensal)
En una cazuela con un chorro generoso de aceite de oliva doramos los dientes de ajo pelados y enteros hasta que se doran (hay que vigilar que no se quemen). Si no queréis que repitan, retirad el germen verde.
Cuando se han dorado retiramos del fuego y los majamos con la cucharadita de pimentón, añadiendo cuando todo está bien majado y mezclado un chorrito de aceite de oliva para que ligue como si fuera una salsa.
En la misma cazuela donde hemos frito los dientes de ajo, ahora fuera del fuego, incorporamos el pan cortado en trozos pequeños. Incorporamos el agua y llevamos al fuego para que hierva a fuego lento durante 15 minutos. Se añade el majado 5 minutos antes de apagar el fuego.
Si se quiere hacerlo más nutritivo, se casca un huevo y con las varillas lo rompemos para que se desmenuce en trozos naranjas (la yema) y blancos (a clara) cuajados. También se puede pochar en la misma sopa con cuidado un huevo entero por comensal.
Rectificamos de sal y listo para servir, tal cual o con un trozo de pan frito por encima.