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Huesillos Extremeños o de San Expedito


Aunque se suele decir que este dulce tiene una procedencia conventual, es probable que su origen se remonte a mucho más atrás. La tradición española de freír masas para luego edulzarlas es un legado de los romanos que la llevaron a todos los confines de su Imperio. En aquel momento las masas de trigo se freían en aceite o grasa y se endulzaban con miel. Encontramos dulces similares incluso en Alemania, donde en las zonas que dominaron los romanos (riberas del río Rhin) se confeccionan por Carnaval los Mutzen (sombreros) que son parecidos a los pestiños.

Los Huesillos deben su nombre a la forma alargada que poseen y al hecho de que al freírse se abren ligeramente, dejando entrever la masa del centro. Poseen un fuerte sabor a anís y son perfectos para mojar en el café con leche pero sobretodo con chocolate espeso. Son típicos de Carnaval, Semana Santa y Todos los Santos, pero si tenéis tiempo estas vacaciones podéis dedicarles media hora que es lo que se tarda en hacerlos y no os arrepentiréis.

Los Huesillos son extremeños pero en Sevilla también son muy populares en Semana Santa y allí se conocen como Huesos de San Expedito, pero básicamente son lo mismo.

INGREDIENTES

Para la masa

  • 250 g de harina de trigo
  • 60 g de azúcar granulada blanca (la normal)
  • 50 ml (1/4 vaso) de aceite de oliva virgen 
  • 50 ml (1/4 vaso) de leche entera
  • 1 huevo
  • 1 limón
  • 1 cucharadita de anís en grano molido
  • 1 cucharadita  de levadura química en polvo (Royal o similar)

Para la fritura

  • La piel de un limón y de una naranja
  • 1 estrella de anís o un palo de canela o nada (opcional)
  • Aceite de girasol para freír o mezcla al 50% con aceite de oliva
  • Azúcar blanca granulada (la normal) para rebozar

En primer lugar vertemos en una sartén o cazuela grande una cantidad tal de aceite que quede al menos 1 dedo de profundidad. A fuego medio freímos la piel de un limón y de una naranja, así como una estrella de anís (si la tenéis) para que dejen el sabor. Podéis usar un palo de canela, pero el problema es que desprenden trocitos que luego son muy difíciles de retirar.

Cuando están fritos (2 minutos es más que suficiente)  los saborizantes los retiramos y dejamos que el aceite se entibie.

En un bol grande mezclamos los huevos, el aceite, la leche, el azúcar y el anís en polvo. Si no encontraís anís en polvo (molido) lo tendréis que hacer vosotros mismos con granos de anís. majándolos en el mortero y luego colándolos para que no queden residuos grueso. Los granos de anís a los que me refiero son redondos, no utilicéis para este propósito el anís estrellado (que en este caso sólo empleamos para dar sabor al aceite).

Batimos bien hasta que queda una especie de crema.

Añadimos la harina tamizada, la levadura y la ralladura de la piel de un limón (sin la parte blanca que amargaría). Mezclamos bien con la ayuda de una cuchara de madera o paleta de silicona hasta que se forma una masa.

Vertemos la masa en una superficie lisa para amasar o utilizamos una amasadora o robot de cocina con esa función. Debe quedar una masa homogénea y elástica.

Una vez la masa esté preparada, pasamos a formar bolas de un peso aproximado a 40 gramos (o bien hacéis una pelota de ping pong, más o menos).

Estiráis las bolas para formar un cilindro de unos 12 cm de largo.

Calentáis el aceite a temperatura media - nunca a temperatura alta - para que los huesillos queden dorados y crujientes por fuera pero blandos por dentro.

Introducís los huesillos evitando que se toquen y cuando se doran se retiran y colocan sobre papel de cocina absorbente para que escurran el aceite sobrante. Finalmente se les hace rodar en un plato con azúcar granulada para que se impregnen bien y listos para comer, generalmente recién hecho pero no pasa nada si se comen del tiempo, no se ponen duros ni son menos buenos.

Al mojar en chocolate espeso y sentir la mezcla con los aromas de naranja, limón y anís es una auténtica gozada. Algunas variaciones, para reducir la carga de azúcar si lo vamos a emplear para mojar en chocolate espeso por ejemplo, es hacerlos rodar por coco rallado. Te sientes menos culpable, pero bueno, es más auto exculpación psicológica que verdadera.