Estas rosquillas con su forma característica de lazo son muy típicas de Cádiz. A diferencia de otras rosquillas tradicionales, estás no se fríen, si no que se hornean y además de tal manera que quedan blanquecinas y no doradas. De hecho, junto a su forma, el color es otro de sus signos distintivos.
Son muy fáciles de hacer. Se trata de componer una masa con aceite de oliva, aromatizada con limón, canela y sobretodo anís.
INGREDIENTES :
- 200 gramos de harina
- 120 gramos de azúcar
- 1 huevo
- 1/4 vaso (50 ml) de aceite virgen extra de oliva
- 1 cucharadita de semillas de anís*
- Media cucharadita de levadura química (tipo Royal o similar)
- Media cucharadita de canela en polvo
- La piel de un limón (sin la parte blanca que amarga)
* También podéis emplear anís estrellado, es solo para dar sabor al aceite
En una sartén a fuego medio vertemos el aceite y la mitad de la piel del limón. Cuando empiece a freírse la retiramos y apagamos el fuego, añadiendo entonces las semillas de anís o el anís estrellado. Dejamos que aromatice durante media hora, más o menos (recordad, solo el anís, la piel de limón se debe quitar). Es importante que el aceite quede templado, pero no frío y mucho menos caliente.
En un bol batimos el huevo con la otra mitad de la piel del limón pero rallada, la canela y el azúcar.
En otro bol grande mezclamos la harina tamizada y la levadura química y a este bol añadimos la mezcla de huevo y azúcar con el aceite pero, atención, si habéis empleado semillas de anís las debéis retirar con un colador. Con un anís estrellado será mucho más fácil. En cualquier caso, se introduce aceite sin ningún saborizante.
Amasamos bien con las manos untadas de aceite y una vez tenemos una masa homogénea la metemos en un plástico film y directa a la nevera durante 1 hora.
Extraemos la masa y arrancamos porciones que vamos convirtiendo en un cilindro largo de unos 12 cm y de 1 cm de grosor. No los hagáis demasiado grandes ni gruesos.
Hacemos el lazo que vemos en la imagen (más o menos, el dibujo representa un lazo de tela) y colocamos sobre un papel para hornear. Eso sí, si no apretáis bien la junta del lazo se abrirá, así que hacedlo con esmero.
El horno lo precalentamos a 180 grados y, ojo con esto, un máximo de 10 minutos de horneo. Nada de esperar a que se doren porque entonces se volverían demasiado duros.
Transcurrido el tiempo se sacan del horno y se dejan enfriar en la bandeja, sin tocarlos porque hasta que no enfríen no endurecerán lo suficiente.
Y cuando enfríen, listos para el festín ! Son una gozada, así que a disfrutar. Os diría que aguantan bastantes días dentro de una caja metálica de galletas, pero os van a durar una tarde como mucho. Hay que ser realista.